Pastoral misionera
LLAMADOS A SER DISCÍPULOS MISIONEROS AL SERVICIO DE LA VIDA
“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10)
El discípulo misionero de Jesús debe vivir y comunicar la vida, por lo que no puede estar ausente ni de las alegrías ni de las tristezas del mundo en el que vive. Cada discípulo y misionero, desde su vocación especifica y con su identidad propia, debe ser un agente promotor de la vida. Porque, al estilo del Señor, estamos en el mundo para que “tenga vida y vida abundante”.
La Pontificia Obra de la Infancia y Adolescencia Misionera (POSI1) es un servicio de la Iglesia Universal y de las Iglesias Particulares en favor de la animación, formación y comunión misionera de los niños, adolescentes y sus animadores para que cooperen con la evangelización universal, especialmente de los niños y adolescentes.
Busca que los niños y adolescentes crezcan en el espíritu misionero universal y sean apóstoles de los niños y adolescentes del mundo, esta es una finalidad primera y principal en la Obra, logrando poner las bases, los fundamentos para realizar la misión.
La Obra de la Infancia y Adolescencia Misionera, como el resto de las Obras Pontificias, tiene su lugar dentro del Estatuto de las Obras Misionales Pontificias, estatutos que nacieron del deseo del Papa Juan Pablo II. Las normas presentes en los Estatutos contribuyen a dar un nuevo impulso a cuantos trabajan, con especial dedicación, en la animación y cooperación misionera de la Iglesia.
La pastoral misionera, concretamente, se realiza a través de cuatro servicios y medios, complementarios entre sí: la cooperación misionera, la animación misionera (a través de la información, motivación, asociación y acompañamiento misionero), la organización misionera y la formación misionera (teológica, espiritual y metodológica).
La IAM (en sus orígenes, Santa Infancia) nació en 1843, fundada por Mons. Carlos Augusto Forbin-Janson (obispo francés), motivado por las cartas que recibía de misioneros de los distintos lugares, especialmente de China, en las que le informaban acerca de la gran cantidad de niños sin bautizar, sin conocer el mensaje de salvación de Jesús.
Los misioneros pedían ayuda para salvar a los niños, para recibirlos en sus misiones, bautizarlos y educarlos cristianamente. Esta situación constituyó la circunstancia concreta, que justificaba la necesidad urgente de un trabajo en beneficio de los niños en países de misión. Esto movió a Monseñor Forbin-Janson a consultar con Paulina Jaricot (fundadora reciente, en aquella época, de la Obra de la Propagación de la Fe -1822-) quien alentó al Obispo a crear una Obra especial, de la cual ella quiso ser el primer miembro. Paulina se interesó en lo original del proyecto del Obispo: ayudar a los niños a través de los niños. Paulina definió a la “Santa Infancia” como la obra de la Propagación de la Fe para los niños. Se eligió el nombre de “SANTA INFANCIA” (hoy Infancia y Adolescencia Misionera) porque el nexo que uniría a sus seguidores sería la protección del Niño Jesús.
Dado que con los adultos era difícil, el Obispo se dirigió a los niños, les informó sobre la situación de los niños chinos y les preguntó si estaban dispuestos a ayudar a la Iglesia para salvar a los niños que morirían sin recibir el bautismo; los niños quisieron conocer a qué se comprometían y el Obispo les pidió “un Ave María cada día, una moneda al mes”.
De esta iniciativa surgirá el Lema de la IAM que permanece hasta la actualidad: “QUE LOS NIÑOS (Y ADOLESCENTES) AYUDEN A LOS NIÑOS (Y ADOLESCENTES)”. Este lema expresa, desde sus orígenes, el CARISMA de la Obra: La COOPERACIÓN MISIONERA.
Desde el año 2002 en el continente Americano, luego del Encuentro Continental de Infancia y Adolescencia Misionera (ECIAM), la Obra de la Infancia Misionera asume oficialmente la formación y animación de los adolescentes y pasa de llamarse Infancia Misionera (IM) a llamarse Infancia y Adolescencia Misionera (IAM). Argentina se constituyó en el primer país del mundo en abrir la Adolescencia Misionera.
Según el Censo realizado en el 2018 en Argentina con motivo de los 175 años de la Fundación de la Obra, se pudo visualizar que la IAM está presente en prácticamente todas las Arquidiócesis, Diócesis y Prelaturas (en 56 de 66 que existentes), con más de 475 grupos formados en parroquias, capillas y colegios que abrazan y asumen los objetivos, métodos y actividades que propone la Obra para realizar la evangelización en el ámbito local y universal.
¡Más de 15.000 miembros activos, dicen “Sí” a la misión de “Ser Amigos de Jesús y Hacer más amigos para Él”!
La Obra de la IAM dio sus primeros pasos en nuestra Diócesis hace más de 12 años, siendo las comunidades de Brandsen, Monte y Santa Teresita de La Costa las pioneras en abrazar el carisma de la Obra.
Según datos diocesanos, la IAM está presente en 13 comunidades, con más de 250 miembros activos entre niños, adolescentes y animadores.
Con sede en distintos lugares de la Diócesis, se realiza el anualmente el EDIAM (Encuentro Diocesano de la Infancia y Adolescencia Misionera), un momento en el que los niños, adolescentes, animadores y familias participan de una jornada con el fin de compartir, renovar, avivar y animar el espíritu misionero.
La lAM en nuestra Iglesia particular crece día a día en dimensiones como la Cooperación y el Servicio Misionero, a través de los distintos grados de formación y misión (talleres de iniciación, profundización, ESAM, consagraciones y alcancías misioneras) realizando así plenamente el carisma original de la Obra. Mientras más profundamente se pueda vivir y desarrollar en los grupos de la lAM ambas expresiones, estaremos siendo más fieles al verdadero espíritu de la Obra.
Es una oportunidad para recordar que cada pequeña acción puede cambiar una vida. Como misioneros estamos invitados a SALIR a compartir el MENSAJE SALVÍFICO del EVANGELIO: somos llamados a ser luz en la oscuridad, esperanza en la desesperación y amor en un mundo que lo necesita… siendo y haciendo amigos para Jesús.
¡De los niños y adolescentes del mundo… siempre amigos!